viernes, 11 de abril de 2014

Las fotos de los recuerdos
se apagan entre la niebla,
se alejan en la carretera,
pero nunca desaparecen.

Desde el mirador de los suspiros
todavía alcanzas a reconocer
aquellos olores, sudores, amores,
que una vez alojaste sobre tu piel.

No les temas, ni les asustes,
nunca se moverán del valle,
pero agazapados quizá un día
asalten tu cabaña y corten el aire.

Creerás que no puedes respirar, ni retorcerte, ni palpitar, ni pestañear. 
Es cierto.
Se ahogarán en ti.
Y tú no podrás soportar el peso de las postales.